Autor: María del Rocío (Mariposa Azul )
Había
una vez dos hermanos…
Uno
danzaba con el sol, reía con las estrellas y conocía el camino de la
luna; el
otro ordenaba la cosecha, caminaba con cordura, entendía el paso de la luna.
El
primero guiaba a la tribu escuchando su corazón, el segundo aconsejaba al primero
usando la razón.
Cuando
uno dormía, el otro oraba; cuando el otro dormía, el hermano pensaba. Juntos
trabajaban en armonía. Uno pensaba con la lógica de una palabra y
su hermano lo asistía con la fantasía…
Hasta
que un día el progreso decidió separarlos. Pensó que uno era el loco, el soñador… Pensó
que su hermano estaría mejor cultivando la razón, lejos del
corazón, ajeno a la imaginación; en línea, siempre recto, siempre a
tiempo… "Es mejor el orden, eso da seguridad creando una estructura que no
pueda fallar. -Aléjate de tu hermano, su locura te puede desviar. Tú eres
mejor, tu lógica, tu vida en orden, los pies en la tierra. Yo,
el progreso, te voy a ayudar a que sigas creciendo sin necedad de amar"
Así el hermano empezó a progresar y mientras más andaba se empezó a secar… Era alto, fuerte e inteligente, pero empezó a enfermar y a sufrir de soledad. Sus brazos se endurecieron con el tiempo, su rostro quedó en silencio, sus ojos ya no miraban hacia dentro… Se le cayó el pelo, se le secó la risa, necesitaba pastillas para dormir, y al dormir ya no podía soñar.
Así el hermano empezó a progresar y mientras más andaba se empezó a secar… Era alto, fuerte e inteligente, pero empezó a enfermar y a sufrir de soledad. Sus brazos se endurecieron con el tiempo, su rostro quedó en silencio, sus ojos ya no miraban hacia dentro… Se le cayó el pelo, se le secó la risa, necesitaba pastillas para dormir, y al dormir ya no podía soñar.
Uno de esos días de tanta soledad, recordó a su hermano amado… aquel… el loco y el fugaz, el que cantaba al viento… –¿Hermano dónde estás?– …
–Estaba a punto de olvidarte–… es más, ya no sé si eres realidad. Me siento tan cansado, perdido y sin saber por qué luchar. Lo tengo todo, pero… –¿En dónde estás?– …Estoy aquí atrapado, me asfixio… me muero… mi locura no me deja en paz… necesito tu ritmo, necesito tu tiempo... tu orden que me sostiene ya no lo encuentro.
–¡Hermano, hermano mío!– a mí me falta tu aliento, el danzar al compás del viento, el reír a cada momento. Pero tú eres tan inteligente! –dijo uno–... !Sí, pero tú tan libre!–dijo el otro– ¡Pero tu razón es orden!...Si, pero tu locura es vida!... Hermano, sin ti yo no siento. –Hermano, sin ti yo no pienso… tú me das alas… –Y tú me das centro …
–¡Hermano, hermano mío!– a mí me falta tu aliento, el danzar al compás del viento, el reír a cada momento. Pero tú eres tan inteligente! –dijo uno–... !Sí, pero tú tan libre!–dijo el otro– ¡Pero tu razón es orden!...Si, pero tu locura es vida!... Hermano, sin ti yo no siento. –Hermano, sin ti yo no pienso… tú me das alas… –Y tú me das centro …
Y así, entrelazados, los dos hemisferios cerebrales formaron un hombre nuevo con corazón y sentimientos, con lógica en sus pensamientos, con imágenes llenas de movimiento, con palabras, con ideas y razonamiento, con orden, con destrezas con intuición y presentimientos, con alas que vuelan y pies que sostienen, con conciencia del tiempo y un toque de locura para mantener viva y sana a la cordura.
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