Hay varias
definiciones de ego. Una es el aprecio excesivo que una persona siente por sí
misma; otra, la que desarrollamos en esta nota, es la instancia psíquica que se
reconoce como “yo”.
El ego es una entidad
que se va autoconstruyendo a nivel inconsciente a lo largo de la vida a través de
la adquisición de conocimientos, creencias, hábitos y experiencias. La falta de
consciencia hace pensar que uno es eso que ha venido haciendo y experimentando.
El ego es
una ilusión que pretende proyectar y mantener la idea de la separación. ¿La
separación de qué?, de nuestra fuente, del Espíritu, de nuestro Padre, de Dios.
Si nos sentimos separados del Padre entonces proyectaremos esta ilusión de la
separación en toda nuestra experiencia de vida.
Nos sentiremos separados de los
demás ya sea con un sentimiento de superioridad o inferioridad a través del
juicio, rechazo, odio, orgullo, soberbia, etc. es decir, a través del miedo.
Darse cuenta de la existencia del ego, el “yo” mental y emocional no creado desde adentro, sino impuesto por el medio, por la sociedad, es un primer paso en la toma de consciencia y en el despertar de lo que permanece dormido.
Al desechar al ego
podemos sentir que perdemos todos los límites y nos sentimos aturdidos,
aterrorizados, estremecidos, como si hubiera ocurrido un terremoto. Pero si
tenemos valor y no retrocedemos, si no volvemos a caer en el ego y continuamos
y seguimos más allá de él, nos encontramos con un centro escondido en lo más
profundo de nuestro interior. ..nuestro verdadero ser, también llamado Yo Verdadero o Yo Superior
Aprender a ser es un aprendizaje duro que muy pocos finalizan porque el sistema educativo de la sociedad no da prioridad al autoconocimiento; en cambio, privilegia la información; ésto genera patologías de la personalidad, como no saber lo que se quiere o quién se es. Ello implica crear un ego distinto al real.
Esa creencia falsa, lo que uno cree que es, le impedirá potenciar lo que podría llegar a ser. La persona se identifica con el ego que es un fragmento de sí mismo y desconoce la dependencia a la que se somete, hasta que un buen día se despierta e intenta vivir libremente.
El ego es el medio que
usa la inteligencia para lograr sus fines en un sistema educativo y en un medio
social donde reina la imperfección. El riesgo es no descubrir el genio interior
y quedar atado a roles y clichés alejados del centro espiritual. En una
sociedad así nadie está contento con lo que hace.
No se puede operar sin
una identidad. El creador del ego es la mente y cuando no la gobierna la
conciencia entonces se fragmenta y corre el riesgo de ser dirigida
desde afuera por una sociedad de consumo que ofrece siempre algo nuevo y genera
el miedo a perderlo. Así se rebaja la energía y se carece de paz y felicidad en
el presente.
Un cuerpo sin mente sería un vegetal sin capacidad de sentir, pensar o actuar. Una mente sin conciencia produce un ego manipulable y frágil. Aprender a ser quien realmente somos es posible sólo cuando se llega al origen de lo que se experimenta, eso que las emociones se encargan de manifestar. Cuando la mente se alinea con la conciencia optimiza sus capacidades de elección.
Tomar las riendas. La mente que no se contacta con su fuente espiritual carece de señales que orienten la acción. El ego vaga errante y las emociones no forman parte del espíritu. Al disociarse las emociones del Ser, los éxitos son fugaces y los traumas se internalizan; sin embargo, ancladas al espíritu brindan la sensación de unidad, amor, integración y paz.
La mente es un software que brinda libertad creadora, pero puede operar mal y originar un ego dividido cuando el programa está infectado por los virus que pululan en el contexto. En esas circunstancias se fabrica una prisión sin que se lo advierta porque nunca se vivió algo distinto.
El mundo es un espejo. Navegar en la falsa realidad no garantiza bienestar ni seguridad y el ego es presa fácil del contexto. La propagación de los virus crece rápidamente provocando impotencia y temor y lo anómalo se convierte en la norma. Al formar parte de eso con lo que se identifica, no conoce otro mundo. La mente lo hace adicto a esas falsas identidades que lo esclavizan y lo alejan de su verdadera esencia.
Esa moral se fundamenta en premios y castigos e impulsa a crear una identidad (ego) que le permite al individuo desenvolverse socialmente, aunque sienta que todo es mentira y experimente la ausencia del Amor.
Un fanático que se
siente superior, miente, persigue y mata revelando una mente disfuncional. Es
difícil rebelarse al orden establecido o romper con una norma social muy
arraigada. El ególatra es un autómata doliente cuya mente busca en el desván de
su cabeza pensamientos viejos del pasado que no se detienen en el presente.
El radar o la brújula. El proceso de cambio se inicia cuando se deja de juzgar
y valorarse desde afuera, cuando desistimos de la idea de imitar la moda, o a
los ricos y famosos. Hasta ese momento no se usaba la brújula para conocer el
mundo interior; todo lo que daba sentido a la vida estaba afuera, desde donde
se regulaba la existencia, la moral, la identidad, el estilo de vida y las
creencias.
Se producía así la
desconexión con la identidad real. Ni siquiera se sospechaba de la existencia
del verdadero centro vital. Sin embargo, ese “algo” con lo que se nace no se
puede separar, aunque sí ocultar.
Al perder la
consciencia de la verdad, se actúa en piloto automático. Esto genera seres
vulnerables, dependientes, robotizados, reactivos y adictos a los estímulos que
se frustran, se tensionan y se atemorizan con frecuencia. Son seres que se
irritan cuando no suceden las cosas que desean.
El falso ego lleva a la desdicha. Cautiva con promesas de un futuro mejor que a la larga
defraudan. Distorsiona la realidad y causa el sufrimiento por identificarse con
creencias falsas. El ego siempre encuentra razones para sufrir con excelentes
argumentos. Se especializa en crear víctimas que padecen injusticias. La
preferida es: “el día que tengas esto o seas aquello podrás ser feliz”.
Sólo aprendiendo a
elegir y a dejar de lado la desdicha se deja de ser esclavo de la mente. La batería del auto usada para iluminarlo se
arruina, pero conectada con el encendido del motor se recarga. Del mismo modo
hay que conectar los deseos y los
recursos con los altos valores,con nuestra fuente espiritual.
No obstante, al ego hay que
conocerlo y aceptarlo, toda pelea desgasta. Hay que agradecerle el haberse
construido: ha sido y es muy útil. Ha puesto energía y dedicación. A nivel práctico, el ego no es más que la herramienta que nos ayuda a organizar los diferentes aspectos de nuestra personalidad de forma que podamos funcionar en el mundo, ser parte de él, interactuar en todas las situaciones de nuestra vida y desenvolvernos con cierta soltura en todo lo que hacemos. Hay que
entender para qué sirve y para qué no. En qué nos facilita las cosas y en qué las
traba. Hay que saber cambiarlo, moldearlo, porque después de todo, el ego es una
construcción. Fue una construcción inconsciente y automática hecha sin haber prestado la debida atención.
El ego en realidad fue creado para estar al servicio de nuestro yo interior y no al revés. Cuando el ego se confunde con la totalidad de nuestro ser, cuando sus personalidades dirigen al 100% nuestra vida y nos olvidamos que no fue ese el papel que le fue asignado, es cuando empezamos a tener problemas y a desconectarnos de la fuente que realmente ha de guiar nuestros pasos.
El comienzo es importante. Al notar la disfuncionalidad en el ego se advierten sus
diversas caras. En la desdicha se pueden cerrar los ojos y percibir la presencia que se oculta. Se necesita enfocar la atención en el presente, ver que las cosas no son como parecen, retirar la capa superficial hasta detectar la presencia de la ausencia. Así aparecen dos presencias. Descubrir cuál es falsa, es el principio. No hay que correr, sólo es cuestión de observar y tomar consciencia.
De pronto se descubre que se perdió la identificación y se la abandona. La mejor forma es que caiga como caen las hojas secas, sin hacer nada más que advertir su presencia. A las hojas secas se las lleva el viento.
Al madurar, el poder de la conciencia reconoce que el ego era causa de desdichas y que se desvanece al dejar de alimentarlo. La mente y el ego dejan de gobernar, se convierten en súbditos de la conciencia y la presencia es el verdadero centro. Presencia del
Ser, sin identificación con máscaras. Sólo conciencia y sentimiento puestos en
el presente.
Las técnicas de
meditación permiten desprenderse de esa construcción y sumergirnos en lo que
compartimos con todos los seres, ya que nos permite accesar otros estados de conciencia. Es difícil
desprenderse del ego, aunque se es más consciente de que existe, hay que dejar
de ser su víctima, aprender a manejarlo, prestar atención al diálogo con el
cual uno se habla a sí mismo, se explica el mundo e intenta que las cosas
encajen en los conceptos con los que acomoda el mundo externo al interno.
Conócete a ti mismo. La libertad es la capacidad de tener actos conscientes.
Pero la racionalidad es limitada y cada observador puede ver otra realidad.
Construir la verdadera identidad consume energías, pero es peor la falsa
identidad o asumir como propios los planes ajenos, eludir compromisos, diferir
la resolución de la crisis y caer en la parálisis por exceso de análisis.
Para que la identidad
no sea un sueño y para evitar que como dijo Rousseau: el hombre nazca libre y
sin embargo por todas partes se lo encuentre encadenado, hay que dominar la
metodología que desarrolla nuestro potencial eligiendo los mejores proyectos y
modelos para convertirnos en el arquitecto que diseña nuestro propio destino.
FORMAS DE MANIFESTARSE EL EGO
El ego se manifiesta
en todo aquello que nos causa miedo en todas sus manifestaciones: Incomodidad,
malestar desazón, irritación, preocupación. Las emociones y sentimientos contrarios al
Amor son fabricados por el ego.
- Toda aquella visión que señala diferencias de cualquier tipo, es ego.
- Aquello que juzga, es ego.
- Aquello que se ofende, es ego.
- Aquello que duda, es ego.
- Aquello que teme, es ego.
- Aquello que sufre, es ego.
- Aquello que se ve y se siente especial, es ego.
El sentimiento de
culpa refuerza el ego. Sentir culpa o culpar por lo que se hace o se siente es
prolongar la permanencia del ego fortaleciéndolo en su principio: la
separación. Así pues, perdonarse a
uno mismo y a los demás es la mejor manera de quitarle fuerza e importancia al
ego falso y acercarnos a nuestra verdadera esencia.
El ego falso se
proyecta así mismo en los demás. Cuando vemos problemas, imposibilidades,
incapacidades y cuando vemos carencia en los demás, es el ego propio que se
proyecta sin fin en los de “allá afuera”.
El ego falso fabrica
ilusiones y funciona en la dinámica de: entre más da, menos tiene, percibiendo
desde aquí bloqueos o desgastes que nos afectan a todos los niveles.
“Quien conoce a su ego
conoce lo ilusorio del mundo, sabe que las cosas son transitorias; quien conoce
a su yo interior conoce a Dios, conoce bien las cosas que nunca cambian”.
Te sorprenderá saber
que todas las personas que tienen una gran personalidad hacen alarde de ello.
Etimológicamente, "personalidad" proviene de "personas",
que significa "máscara". La personalidad es, por tanto, un conjunto
de máscaras, de EGOS. La individualidad, en cambio, es algo totalmente
diferente: Es saber que eres único, pero no desde el ego, sino desde la creación. (G. Ferrara)
Fuentes de información: Marcelo Berenstein
Claudio María Dominguez
Fernando Saucedo
7 comentarios:
Creo que la nueva era ya está aquí :)
Gracias por esta publicación
Muchas gracias por la publicación.
Muy excelente.como dice la Biblia.lo fruto del espíritu y el fruto de la carne.
GRACIAS!
excelente artículo. Muchas gracias ¡
Me encanta este blog. Me ha dado mucho mas conocimiento y me ha ayudado muchisimo a crear mis meditaciones.
Namaste.
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